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ESTRUCTURA Y SUJETOS SOCIALES EN 4 CAMPOS DEL ANTAGONISMO CAPITALISTA (COLECTIVO EL ZENZONTLE)
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EDUCACIÓN VERSUS MERCANTILIZACIÓN
-De la posibilidad de una crítica al modelo educativo gerencial para el siglo xxi-
Lic. Hugo Carbajal Aguilar
En los tiempos actuales -tiempos aciagos- que vivimos, confluyen conciente o
inconscientemente muchas fuerzas que tienden a la derechización –con todo lo que esto
implica- de las condiciones económicas, políticas y culturales de nuestro mundo. Un
proceso vital de la sociedad es el proceso educativo que no podría quedar al margen de todo
lo que toca esta avalancha reaccionaria que amenaza con forjar una visión de la naturaleza,
de la sociedad y del hombre acorde con sus “valores y perspectivas” con su muy particular
sistematización de sus ideas, de sus creencias, en fin, de su ideología. Tal es el caso del
elegantemente llamado Modelo Educativo para el Siglo XXI propuesto e impuesto por el
Sistema Nacional de Educación Superior Tecnológica que abarca tanto al Politécnico
Nacional como a todos los Institutos Tecnológicos del país.
Es de advertir que se ha solicitado públicamente que todas las aportaciones críticas
sobre el particular se viertan con toda libertad para que se propicie una discusión amplia
sobre el quehacer institucional. Es lo que pretendemos. Ya de antemano se veía venir la
preparación de este trabajo con una serie de artículos y de cursos-talleres que anticipaban
el camino. Precisamente en marzo del 2003 se ofreció en el Instituto Tecnológico de
Zacatepec, un curso llamado Enfoque Estratégico para el cual se publicó un cuaderno de
trabajo con serias fallas incluso gramaticales. Por ejemplo, en la página 20 se lee :
“Entendiendo el mandato de la (sic) área…”. Se reitera : “ ¿Qué es lo que la área
busca…?” Una más: “…obstáculos y desafíos que la área necesita afrontar…”. Y el
pilón: … “lograr las metas de la área”. Esto no puede pasar inadvertido. La habilidad
verbal (oral y escrita) resulta indispensable para comunicar con eficacia y corrección los
contenidos educativos.
No aparece en la exposición del trabajo sobre el Modelo Educativo un
planteamiento crítico con relación al proyecto económico actual. No se sitúa este Modelo
críticamente ante el panorama socioeconómico y cultural que estamos viviendo, antes bien
lo da como un hecho ante el cual no nos queda más que acomodarnos lo mejor que
podamos. Podría esperarse –dado el nivel académico y cultural que, se supone, se maneja
en los Institutos Tecnológicos- un planteamiento crítico de la sociedad actual, del
funcionamiento de su economía, de su quehacer político, de su proyecto cultural (si es que
lo tiene).
Si se trata de aplicar un Modelo Educativo que responda a las exigencias de nuestro
tiempo debemos exigirnos un diagnóstico de la sociedad, un análisis de la coyuntura en
cuanto a la política cultural que se pretende impulsar así como un análisis estructural que
advierta la relación dialéctica entre la raíz económica y la supraestructura ideológica. Sólo
así estaríamos en posibilidad de constatar algunas causas y consecuencias a la vez de los
grandes problemas nacionales: desempleo creciente, pobreza y marginación, migración al
extranjero en busca de oportunidades, analfabetismo (elemental y funcional), manipulación
de las masas populares por los Mass Media, por la Iglesia, por la Escuela y por los grupos
de poder, deterioro de la tarea política que ha caído en manos de vivales oportunistas…
Con ese diagnóstico ya podría pensarse en un mejor discurso para involucrarnos en
la elaboración de un Modelo Educativo responsable y comprometido.
Sin embargo otro es el punto de vista. En la página 12 del mencionado Enfoque
Estratégico se lee: “Ni los gobiernos ni sus instituciones controlan la economía;
es el mercado”. Asegurando este enunciado como un axioma nos alejamos de toda
reflexión crítica. Por lo menos podríamos plantear algunas preguntas:
¿Es así? Si lo es, ¿ha sido provechoso para la sociedad? ¿Cuáles han sido las
ventajas de que el Mercado, ese ente plenipotenciario, sujete bajo su mando a toda la
sociedad en su economía, en su política, en su cultura? ¿Se advierten las consecuencias
históricas y culturales de aceptar esta frase como la realidad sin más? ¿Dónde queda el
papel del Estado como tal?
Parece que encontramos la respuesta en la página 10 del texto sobre el Modelo
Educativo para el Siglo XXI:
“En la cuestión económica, el país transita en la vía del cambio de un Modelo
de protección gubernamental…hacia la apertura internacional del mercado y el
fomento a las exportaciones en un marco de limitación de la intervención del
Estado en la economía”.
Así es en efecto pero, ¿se da aquí un planteamiento crítico? Es decir, ¿eso que se
afirma ha sido bueno para la sociedad actual? ¿Es correcto –económicamente- que el
Estado abandone sus responsabilidades y compromisos con la sociedad? ¿Cuáles han sido
las consecuencias de esa decisión tecnocrática a lo largo de 22 años?
Sigue diciendo el mismo párrafo: “Esta transición, afectada por el actual
panorama de la economía mundial, exige ahora el fortalecimiento de las
redes económicas internas del país para disminuir los efectos de la
dependencia internacional, y prepararlo para una interdependencia más
justa y equitativa entre las naciones”.
Inevitablemente surgen más cuestionamientos: ¿De verdad, con seriedad, se piensa
que podremos –así como vamos- disminuir los efectos de la dependencia internacional y
preparar a nuestro país para una interdependencia más justa y equitativa entre las naciones?
Obsérvese ahora la página 25 del Programa Institucional de Innovación y Desarrollo
del Instituto Tecnológico de Zacatepec 2001-2006. Ahí se lee:
“La educación tecnológica en un escenario como éste ofrecerá un
capital humano de calidad capaz de impulsar mayores niveles de
competencia entre los productos y servicios que ofrece nuestro país y que a
su vez, dichos productos y servicios cumplan con las normas y estándares
internacionales”.
He aquí el problema. El punto de partida. El enfoque fundamental.
Se insiste mucho en la necesidad de potenciar la educación pero sólo para poder
subsistir en este mundo globalizado y de mercados sin fronteras. Para ello las
Universidades y los Institutos de Educación “Superior” tienen que proveer al Mercado-
Patrón de mano de obra barata, flexibilizada, dócil y –por supuesto- competitiva. Al
respecto cito a Christian Laval (“La escuela no es una empresa”, Paidós, 2004) que da
cuenta en este su recientísimo trabajo, de la subordinación de la escuela al proyecto
económico neoliberal:
“Las universidades son, cada vez más, meras productoras de capital
humano para ser vendido en el mercado laboral. En la cultura de mercado, la
emancipación por el conocimiento, vieja herencia de la Ilustración, se
considera una idea obsoleta.
“Aproximar la escuela y la economía, poner la escuela al día, es decir,
meterla en cintura, tal es la voluntad histórica de los modernizadores de la
actualidad.
“No hay que olvidar la presión simbólica y política ejercida a escala
mundial por las grandes organizaciones liberales como la OCDE, el BM, la
OMC, la Comisión Europea, que no sólo unifican las reglas del comercio y la
producción, sino que cuadran igualmente las políticas educativas y las
mentalidades de los responsables”.
Por su parte, el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez afirma:
“La mercantilización avasallante del neoliberalismo convierte todo en
MERCANCÍA y la actividad humana se juzga por el criterio de la
productividad, del éxito, de la eficiencia, de la rentabilidad en términos
económicos.
“En ese sistema, en el que vivimos en su fase más explotadora y
depredadora, el neoliberalismo, la Universidad no puede escapar a sus
amenazas. Pero ante ellas, tiene que hacer frente a la tendencia impulsada
por los organismos económicos internacionales hegemonizados por
Estados Unidos para privatizar la educación superior”. ( La autonomía,
amenazada por el neoliberalismo…”. La Jornada, jueves 14 de octubre 2004, pág.
15).
Tristemente la escuela ha dejado de ser el punto crítico de la sociedad civil, su papel
se ha visto reducido. No es más el espacio donde debería determinarse crítica y
reflexivamente el rumbo que la sociedad en su conjunto debería seguir; el punto de partida
para avanzar en el análisis y la impugnación de la realidad socioeconómica imperante, el
sitio donde maduraría, mediante el debate reflexivo, la concientización política de los
implicados en el proceso educativo, maestros y estudiantes.
Estamos asistiendo al desmantelamiento de nuestra seguridad social; a la declarada
intención de poner en manos extrañas nuestro petróleo y nuestra energía eléctrica; al
ofrecimiento desvergonzado que se ha hecho a extranjeros para “concesionarles” nuestro
patrimonio cultural (Grutas de Cacahuamilpa, Xochicalco, Teotihuacan); a la anulación de
nuestro pasado histórico en los programas de educación secundaria…No podemos negar ni
emboscar estas realidades.
Si este Modelo Educativo realmente responde “a los desafíos que impone el
nuevo horizonte de la época”, (p. 15) podríamos esperar lógicamente que asuma como
desafío la transformación radical de esta sociedad injusta, mezquina, individualista y –ergo-
inhumana. Asistimos también, lamentablemente, a la sicilianización de México tal como lo
señala Leonardo Sciascia (Conversación con Federico Campbell, “La memoria de
Sciascia”, FCE, pág. 237):
Yo entiendo por sicilianización de Italia y del mundo una pérdida progresiva
del valor de las ideas, ante el surgimiento arrollador de los intereses
particulares…Ha habido una caída del espíritu público, mientras que antes, incluso
si las cosas ya eran así, había la esperanza de que las cosas pudieran no ser así.
Ahora esta esperanza ya no existe”. (Jenaro Villamil, República de Pantalla en: La
Jornada, domingo 8 de agosto 2004, pág. 4).
EL MODELO EDUCATIVO Y SU OBEDIENCIA AL PROYECTO
ECONÓMICO NEOLIBERAL
Tenemos que abundar en los argumentos que van más allá de la constatación de
hechos y se remiten a las desastrosas consecuencias que un modelo-proyecto de esta
orientación acarrearía. Véase lo que Armando Labra advierte:
“El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios de la
Organización Mundial de Comercio (OMC), a la cual pertenecemos define
como servicio el que ofrezca cualquier sector, excepto los suministrados “en
ejercicio de facultades gubernamentales”, es decir, que no sea comercial ni
competitivo. La definición es de enorme ambigüedad y altamente
controvertible. Según el informe publicado hace un año por el Observatorio
de Educación Superior sin Fronteras …sobre las implicaciones de esa
vaguísima y tramposa definición de la OMC, la liberalización de la educación
superior entendida como servicio…”compromete en forma importante los
avances en la calidad educativa y permite a proveedores foráneos y privados
de servicios educativos monopolizar a los mejores estudiantes y los
programas más lucrativos”. (Cuentas rendidas. Educación Superior en Oferta, en: La
Jornada, lunes 10 de marzo de 2003, pág. 20).
Entender así el proceso educativo conlleva implícitas serias consecuencias de orden
humanístico. “Si sucede –sigue diciendo A. Labra- que el gobierno se
encuentra frente al tema de la educación-superior-como-servicio-mercantil-
susceptible-de-compra-venta en postura tan patidifusa como en el resto de
los asuntos que atañen al destino de la nación, no podemos sino
alarmarnos” (Ibidem).
Tal parece que en este nuevo Modelo la única preocupación de las universidades e
institutos es cumplir los parámetros que marcan la ANUIES y la FIMPES (Federación de
Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior) obedeciendo el esquema
impuesto por la OMC. Su único objetivo consiste en establecer los criterios que debe
cumplir la enseñanza en nuestro país y con ello obtener la famosa certificación de calidad
educativa. El problema radica en que, justamente por tratarse del más importante proceso
de humanización, del desarrollo integral de la persona en la búsqueda de la formación de su
personalidad y de su carácter no se advierte cómo una evaluación de carácter pedagógico
deba sustentarse en factores propios de la calidad. Más simple aún: un proceso humano, con
todo lo que esto implica no puede ser medido en términos mercantiles, en términos
gerenciales.
El proceso pedagógico y filosófico de la educación se deshumaniza al igual que
se desvanece la formación ética del egresado (Maza Dueñas Mafaldo, Profr. de Filosofía
de la Universidad del Valle de México, Campus Texcoco This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.).
Y como esta tendencia parece afirmarse en los gobiernos obedientes de nuestros
países tercermundistas, la relatora especial de la ONU Katarina Tomasevski en conferencia
impartida en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, afirmó:
“México y varios países de América Latina están siguiendo el modelo
estadounidense que no concibe la educación como un derecho, sino como
una mercancía sujeta a las leyes de mercado. Esta política tendrá
consecuencias desastrosas, porque las sociedades quedarán divididas en
dos grupos : los ricos que pueden pagar las mejores escuelas y los pobres
que tienen acceso a enseñanza de baja calidad…” (Véase: Mercantilizar la
educación, tendencia del gobierno foxista, Claudia Herrera Beltrán, La Jornada, julio 29 de
2002, pág. 7).
En el contexto del séptimo Congreso Nacional de Investigación Educativa
organizado por la Universidad de Guadalajara y el Consejo Mexicano de Investigación
Educativa (Comei) se discutió esta perspectiva de la educación. Se habló del peligro que
representa considerar la escuela como un mercado en el que la educación sea asumida como
un servicio más y los estudiantes como clientes. De la necesidad de rescatar la educación
pública como condición principal para la construcción de “la polis”, lugar donde los
ciudadanos se reencuentran, discuten y critican las decisiones de aquellos que los
gobiernan. El derecho a la educación atañe tanto al individuo como a la vida pública. El
nuevo liberalismo, por su parte, rechaza la importancia de la educación pública porque
rechaza también la importancia de la cultura y el conocimiento de la sociedad.
“La escuela pública ya no es un medio de emancipación social –
comentó Teresa Mariano Longo de la Universidad Julio Verne (Amiens,
Francia)- aquellos que se inscriben en esta escuela saben que el éxito en el
trabajo y en la vida social sonreirá a los jóvenes de las escuelas privadas…
“La competencia descorazona, en lugar de estimular, como afirman los
neoliberales”. (Políticas Neoliberales dificultan el acceso de los pobres a la educación,
José Galán, La Jornada, 23 de noviembre de 2003, pág. 11).
Se habla reiteradamente en este proyecto: de mercado, de clientes, de
competitividad. Se insiste en la implantación del SGC (Sistema de Gestión de la Calidad)
como un propósito, un objetivo necesario e indispensable para obtener la certificación. Se
afirma tajantemente y no sin cierta arrogancia que: “ …sienten preocupación y
anhelan implementar sistemas de gestión de la calidad en la organización
con el objeto de hacerla más competitiva”.
Se trata de “alcanzar la certificación del proceso educativo para que el
producto ofertado, aprendizaje significativo, cumpla y/o supere con las
expectativas de los clientes (alumnos) “(sic). Todo esto se afirma en el Órgano
Informativo del ITZ, Núm. 5 del 8 de noviembre del 2004. Se dice también:
“…para vender los productos se requiere que estos llamen la atención
del cliente potencial, es decir el servicio debe poseer unas características
que coincidan con los requisitos del cliente, requisitos que en última
instancia son la representación de sus necesidades y expectativas.
“Solo de esta forma el cliente pagaría por el producto o el servicio,
pasando de ser un cliente potencial y convertirse en un cliente real”. (Id.
Íbidem).
Se preguntará usted, ¿de qué estamos hablando? Y tal vez coincida conmigo en que
toda esta fraseología bien puede ser adoptada y difundida por un restaurant, un hotel, una
central de abastos, una empresa embotelladora, el tianguis de Tlaquiltenango y el de
Temixco,(Mor.) un despacho jurídico, un despacho contable, otro despacho
contable…dance, si se quiere…pero, ¿una escuela? ¿Una institución que –en términos
netamente tradicionales- está avocada a la formación pluridimensional de los seres
humanos?
En este sentido, ¿qué sería lo específico del proceso educativo?
Todo punto de partida refleja una concepción filosófica, una concepción existencial
acerca del hombre, del mundo de la naturaleza y de la sociedad. Debe sostener una posición
ideológica y, en este caso, parece que todo se da anticipadamente por aceptado y
confirmado.
Así, adoptar un esquema ajeno a lo que constituye esencialmente el fenómeno
educativo implica, en primera instancia, romper con toda una tradición histórica-cultural.
Implica imponer a la educación una camisa de fuerza de conceptos y términos utilizados en
esquemas extraños a su propio y prístino quehacer. Implica también –y esto es más grave
aún- la revelación de una supina ignorancia respecto al concepto mismo de Educación en
aquellos que han procesado este modelo. Hace falta en estas escuelas tecnológicas un bien
conformado cuerpo académico constituído por pedagogos, historiadores, sociólogos y –si se
me permite- literatos y filósofos que podrían irnos desbrozando el camino de la discusión.
Podría iniciarse con un amplio y fundamentado debate acerca del concepto de
Educación; distinguirlo de la mera Instrucción; entender para entendernos en qué consiste
el proceso de enseñanza-aprendizaje; comprender el proceso de evaluación. Importa
también repasar los cambios, las reformas que se impulsaron en los últimos sexenios.
Comentar, al menos, para comparar la realizada en el sexenio echeverrista cuando se aplicó
el Conductismo (B. F. Skinner), se elaboraron Cartas Descriptivas, se hablaba de
programación por objetivos y se pretendía distinguir entre calificación (medición) y
evaluación.
Del resultado de estas discusiones colectivas, respetuosas, fundamentadas y en
pleno ejercicio de una actitud libre y transparente obtendríamos, estoy seguro, conclusiones
relevantes y provechosas para la comunidad estudiantil y académica.
DEL CÓDIGO DE ÉTICA
-De cómo ser competitivo sin chocar con el prójimo-
Urge asimismo una seria discusión dirigida por algunos conocedores del tema
acerca de las consecuencias éticas de imponer un modelo como éste que, además, entra en
flagrante contradicción con sus objetivos al proponer un código de ética. No hay –al
respecto- alguna definición que nos acerque a la comprensión de ese concepto. Otra vez, se
da por sabido y por comprendido. Las preguntas que nos surgen inician con las más
sencillas: ¿Qué se entiende por Ética? ¿Qué es la Moral?
No existe pues ese punto de partida, simplemente se enlista aquí una confusa serie
de valores, virtudes, objetivos…Véase nomás:
Desarrollo sustentable (?)
Formación integral
Calidad de vida
Identidad nacional y Cultura Universal
Se incluye incluso Ética profesional aun cuando se debería suponer que ésta,
precisamente, le daría nombre al listado. El número 10 dice textualmente: Conocimiento y
Comunidad. ¿No parece ilógico? ¿No parece una pareja de palabras disociada? ¿Qué se
pretende significar con esto? ¿Conocimiento de la comunidad? ¿Comunidad del
conocimiento? O bien, interpretando el buen propósito del autor así como su muy respetada
intención en ésta su muy personal y subjetiva lista: ¿Conocimiento en función y para el
servicio de la comunidad?
Y si observamos el programa de Ëtica recién elaborado para ser trabajado en este
semestre (ojo: el hecho de que los eminentes ingenieros de Dirección General se hayan
percatado de la necesidad de materias como ésta, constituye por sí mismo un avance)
encontramos un apartado interesante que se llama “Ética y Mercado”. Lo erróneo, lo
terriblemente equivocado es que en ese tema de discusión aparece subordinado el llamado
“Ética y Cultura”. ¿No debería ser al revés? ¿Por qué privilegiar el tema del mercado aun
en materias filosóficas como esa? ¿No se advierte la no-existencia de ningún principio ético
justamente en las transacciones mercantiles? ¿Y la cultura?
En esa misma lógica se habla repetidamente de calidad, de productividad, de
competitividad en distintos foros, en diferentes boletines y a la menor provocación como si
se estuviera trabajando en una empresa eminentemente mercantil:
“La calidad debe ser un esfuerzo total que incluya a todos los
integrantes de una institución educativa con el propósito de mejorar
nuestras actividades, ser más productivos y comparativos para ser más
competitivos(¡!), contribuyendo al desarrollo tecnológico, económico y
social del país”. (Factores que influyen en la calidad del proceso educativo,
Sergio Chavarría Puga, NOUSITZ No. 20, octubre 2002, p. 56)
Se afirma también: “…se han desarrollado diversas teorías y enfoques
de la calidad principalmente en el sector empresarial, mismos que se han
aplicado en el sector servicios con bastante éxito. Sin embargo, en el ámbito
educativo no ha ocurrido esto.” (Íbidem)
En este mismo artículo ya se advierte la inconsecuencia de pretender imponer a las
Instituciones de Educación “Superior” esa camisa de fuerza:
“Debe quedar claro que cada organización se desenvuelve dentro de
un medio ambiente que puede ser diferente para otro tipo de organización;
(…) podrán existir similitudes, pero las diferencias son claras y por lo tanto
lo que funciona en una organización no educativa no necesariamente va a
funcionar en una organización educativa. Entonces, (¿) porquè (sic) no crear
una propia teoría de calidad orientada a la educación (?)” (Íbidem, p. 57)
Sin embargo, aunque se advierte este problema –que no es menor- se vuelve a
insistir en el esquema mercantil:
“…se tiene que identificar la orientación que DEBE TENER la calidad
educativa:
… … …
“Dirigida a (la) satisfacción de determinadas necesidades o
expectativas del CLIENTE educativo.” ( pág. 58)
Se insiste: “Probablemente las IES deberían poner en práctica las siguientes
consideraciones:
“Debe pensarse en calidad desde el diseño del PRODUCTO,
analizar el MERCADO LABORAL y el SERVICIO EDUCATIVO por OFRECER.
También debe orientarse hacia el CLIENTE en todas sus dimensiones no
únicamente en el proceso educativo” (pág. 59).
Por si fuera poco léase con mucha atención la afirmación que sigue:
“La calidad educativa debe vislumbrarse desde dos puntos de vista: la
que satisface y la que motiva. Esta última se relaciona con la
REMUNERACIÓN y con una imagen institucional de calidad”. (pág. 59)
Esta afirmación debería ser objeto de serios cuestionamientos. No hay otra forma de
motivación más que el pago, más que el salario, más que las famosas becas (una estupenda
forma de chantaje). Deberíamos cuestionarnos a nosotros mismos y observar con ojo
autocrítico si no nos está yendo en ello la dignidad, la vergüenza, una parte fundamental de
lo que todavía hoy se llama –afortunadamente- Ética profesional. Una nueva consulta a
egregios escritores tal vez nos regrese al examen personal de nuestros objetivos vitales
profundamente humanos. Me permito sugerir al respecto, la interesantísima lectura de
Erich Fromm, TENER o SER editado por el Fondo de Cultura Económica.
ALGUNAS REFLEXIONES A MANERA DE CONCLUSIÓN
-O con relación a la exigencia de un interlocutor que no se escandalice-
Como se desprende de esta exposición, este Modelo Educativo obedece al proyecto
económico neoliberal iniciado en el sexenio de Miguel de la Madrid, impulsado
enjundiosamente por Salinas de Gortari, continuado por Zedillo, retomado por Vicente Fox
y su egregio gabinetazo y no corregido pero sì aumentado por el actual. Justamente ahora se
inicia en algunos tecnològicos del paìs la nueva carrera llamada Ingeniería de la Gestión
Empresarial en obediencia sumisa de los dictados del Banco Mundial y de la OCDE.
Con esta nueva carrera –que, ademàs elimina a la Licenciatura en
ADMINISTRACIÒN- las instituciones pùblicas educativas de nivel profesional se ponen al
servicio de las empresas. Los Tecnològicos del paìs son ahora proveedores de mano de obra
dòcil, sumisa y barata a los intereses del capital ademàs de ser flexible y certificada (but of
course). Y si se observa la retìcula in-ven-ta-da por los,digamos, expertos que la elaboraron
nos veremos obligados a hacer un esfuerzo de consideraciones personales. Vèase nomàs:
-Gestiòn EFECTIVA de la calidad empresarial.
-Soluciòn EFECTIVA de problemas.
-La comunicación EFECTIVA en las empresas.
-Modelos de decisiòn EFECTIVA.
-Gestiòn EFECTIVA de la cadena de suministros.
-Trabajo en equipo y liderazgo EFECTIVO.
Se advierte aquí que esta programación fue elaborada a la Carta para congraciarse
con las empresas y satisfacer sus requerimientos. Se advierte asimismo el variado lèxico de
los hacedores-inventores-programadores responsables de esta retìcula.
Más aún. No contentos con estos desaguisados didácticos se atrevieron a sugerir
estas perlas dignas del más eminente pedagogo:
La Ingeniería del conocimiento en la empresas inteligentes (sic) y
La Ingeniería del pensamiento aplicada a las empresas.
Por supuesto, no definen con precisión cómo se trabajarían esas novedosas
ingenierías.
La finalidad suprema del poder metropolitano –en este proyecto- es hacer de los
pueblos un insumo en la contabilidad de las empresas multinacionales, según
señalaba el Dr. Horacio Labastida recientemente fallecido. Las críticas a este proyecto han
abundado. Así, desde marzo del 2003, ocho rectores de distintas universidades de nuestra
América Latina reunidos en la UNAM durante la Segunda Reunión de rectores de la Red de
Macrouniversidades Públicas señalaban que el Neoliberalismo es la peor cosa que les ha
pasado a las universidades públicas.
Ma. Isabel Rodríguez. Rectora de la Universidad de El Salvador, explica:
“Por más que estemos declarando que incidimos de manera
importante en el desarrollo de nuestros países, no lo vamos a lograr
mientras no lo transmitamos a la población.
“La Universidad pública tiene la responsabilidad de analizar y
concientizar sobre los efectos devastadores de un sistema que está por
encima de lo social y lo único que le importa es el dinero, modelo al que
nuestros gobiernos están SOMETIDOS y SUMISOS”. (Karina Avilés, El
Neoliberalismo, lo peor que ha ocurrido a la universidad pública, en: La Jornada,
lunes 10 de marzo del 2003, pág. 45).
Por su parte, Pietro Novellino, rector de la Universidad de Río de Janeiro explica:
“Ese sistema es un desastre porque empobreció a la población a costa
de privilegiar el área económica y el intercambio monetario entre los países.
(…) impulsa intereses propios en la educación superior…(…) fomenta una
política elitista dejando de lado áreas que en su esquema no sirven.
“Pero uno de sus efectos más lamentables es que ha fomentado el
surgimiento de UN ESTUDIANTE CUYO OBJETIVO ES UN INDIVIDUALISMO
CON EL QUE VIVE Y SOBREVIVE DE ACUERDO CON LO QUE SÓLO A ÉL LE
INTERESA. Por tanto, da más valor a sus conquistas individuales que a las
conquistas de las sociedades”. (Ïbidem)
Todo esto ya había sido advertido hace 58 años por Albert Einstein (“Porqué el
Socialismo”) cuando señalaba: “Una actitud competitiva exagerada se le inculca
al estudiante el cual es adiestrado en venerar los logros adquisitivos como
preparación para su futura carrera”.
Y en este mismo tenor me gustaría comentar algunas notas del teólogo Leonardo
Boff. La competitividad, afirma, robustece primariamente el campo de la economía
capitalista de mercado. Se presenta como el motor secreto de todo el sistema de
producción y consumo. Quien es más apto (fuerte) en la competencia en cuanto a los
precios, las facilidades de pago, la variedad y la calidad, vence. En la competitividad
opera implacable el darwinismo social: selecciona a los más fuertes. Estos, se dice,
merecen sobrevivir. Los más débiles son incorporados o eliminados.
“La competitividad invadió prácticamente todos los espacios: las
naciones, las escuelas, los deportes, las iglesias, las familias. Para ser
eficaz, la competitividad debe ser agresiva. (…) todo pasa a ser oportunidad
de ganancia y se transforma en mercancía desde
los electrodomésticos hasta la religión. (…) la gratitud, la cooperación, la
amistad, el amor, la compasión…se encuentran cada vez más arrinconados.
(…) Su debilitamiento…nos deshumaniza.
“…la competitividad provoca cada vez más tensiones, conflictos y
violencias. Nadie acepta perder ni ser devorado por otro. Lucha
defendiéndose y atacando…
“La potencia hegemónica, EEUU, es campeón en la competitividad;
emplea todos los medios, incluyendo las armas, para siempre triunfar sobre
los demás.
“¿Cómo romper esta lógica férrea? Rescatando…aquello que nos hizo
dar el salto de la animalidad a la humanidad…el principio de COOPERACIÓN
y de CUIDADO. Nuestros ancestros antropoides salían en busca de
alimento…traían al grupo y repartían solidariamente entre sí. De ahí nació la
COOPERACIÓN, la SOCIABILIDAD y el LENGUAJE. Por este gesto
inauguramos la especie humana. Ante los más débiles…inventamos el
CUIDADO y la COMPASIÓN para mantenerlos vivos”.
(http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num072)
Queda aquí de manifiesto una perspectiva radicalmente distinta que no obedece a la
lógica neoliberal a la que por cierto sólo se le puede responder con Ética como lo señala el
Dr. Eduardo Ibarra Colado en su estudio “La nueva universidad en México,
transformaciones recientes y perspectivas” (“Nuevas Políticas de la Educación Superior”,
Ed. Netbiblo, serie Universidad Contemporánea, 2003).
No se trata pues de hablar de competitividad sin ton ni son elogiando ese concepto
como un objetivo de la educación universitaria. Es necesario revisar sus implicaciones
sociales y culturales, éticas, en tanto contribuyen a la formación pluridimensional de los
estudiantes y de los mismos profesores. No se trata de repetir la retórica de la “excelencia”
que busca un nuevo modo de existencia de las universidades, marcado por la con-ta-bi-li-
dad de resultados más que por verdadera elevación de la calidad.
Estas son prácticas de racionalidad neoliberal que se encuentran gobernadas más por
afanes económicos que implican la destrucción del otro que por comportamientos éticos
fundados en la solidaridad. Es impostergable, afirma el Dr. Ibarra Colado, la búsqueda de
una vacuna efectiva contra esta nueva terrible enfermedad de la modernización que es la
lógica del mercado neoliberal.
“No enfrentarla implicaría, antes o después, expulsar a las
poblaciones que se resisten aún a la enfermedad, destruyendo las pocas
defensas que les quedan.
“Después de ello no nos restaría sino contar el número de enfermos y
enterrar a los muertos producidos por la epidemia, y recordar a la
universidad como una institución del pasado en la que se cultivaba el
conocimiento que hoy se comercia por doquier como simple información
utilizable”. (Op. Cit.)
Por estas y otras razones resulta verdaderamente importante potenciar a la
educación pública y no suponer –como lo hacen muchos- que la educación privada es mejor
en tanto que es más exigente y de paga. La universidad pública crea plataformas
ideológicas, culturales, ciudadanas de mayor comprensión de la realidad, de análisis, de
reflexión del egresado. En contraste, el alumno de una universidad privada sale con una
mentalidad que ellos llaman emprendedora y que no lo es porque no crea, no genera, no
tiene ni las bases ni la capacidad para desarrollar su propia empresa. Entran de empleados –
acrítica y mecánicamente- a la subordinación cultural, normativa, jerárquica.
Ya encontramos profesores preocupadísimos por la certificación de su escuela
confundidos en la tarea de desentrañar lo que debería entenderse por calidad. Estamos ya en
plena convivencia con destacados alumnos hábiles en el manejo de tecnologías modernas,
sumamente memoristas, ganadores de concursos interescolares regionales o nacionales que
asumen una actitud sumamente arrogante frente a sus propios compañeros y que suponen,
mal, que esto les acarreará por sí sólo el éxito esperado. El éxito, es decir, un trabajo con
excelente salario que no es otra la forma de medirlo. Alumnos totalmente acríticos por
desinformados, desconocedores de la historia de su patria, ausentes de los principales
problemas nacionales, en una palabra: incultos; indiferentes, apáticos e incapaces de poner
en entredicho al statu quo imperante con todo y los valores que se impulsan. Alumnos
estudiantes de quinto o sexto semestre que muestran una terrible dificultad para expresarse
por escrito, que copian sin comprender, que manifiestan un escaso vocabulario cada vez
más empobrecido…y que, además, no asumen -porque no quieren- la humilde iniciativa de
preguntar.
Más grave aún. Revísese el papel de los maestros, revísese con acuciosidad su
capacidad de comprensión, su habilidad para la evaluación (no para la medición), su actitud
condescendiente o no con sus propios alumnos, su misma expresión oral y escrita (nos
consta el hecho de maestros –con maestrías- que manifiestan serias dificultades para
escribir un párrafo con suficiente claridad y sencillez aun cuando sea de temas dominados
por ellos…y ellas). Preocupados cada día más por cumplir con los “estándares” exigidos en
la forma olvidándose de los contenidos.
Tenemos que lamentar la terrible ausencia de juicio crítico en instituciones de
educación profesional (universidades, tecnológicos) que deberían significarse por ir a la
vanguardia en materia de crítica sociocultural a los fenómenos que aparecen en la sociedad
a nivel regional y/o nacional; en materia de debates públicos fundamentados con suficientes
argumentos. Ya se dio el caso de un grupo de distinguidos profesores que invitaron
formalmente al Dr. en Ciencias Ocultas Jaime Maussán a una conferencia magistral sobre
platillos voladores (!) como si no hubiera temas de relevancia nacional sobre los que se
podría discutir.
Tal vez esta actitud acrítica y servil se deba también a la sempiterna estructura
feudal, que diga vertical, de los institutos tecnológicos que ha permeado desde siempre las
conductas de los trabajadores plenas de sumisión y obediencia que se confunden con
respeto. Prevalece el temor a ser sancionado o a que la opinión no favorable a la autoridad
en turno acarree para aquel que la manifiesta el descrédito, la desaprobación. Tal vez
también se deba a que la crítica no ha sido bien aceptada –aun cuando se exija o se solicite-
en clara muestra de inmadurez profesional…y humana.
Finalmente, no se trata de padecer esta realidad sino de cambiarla; no se trata de
olvidar nuestro pasado histórico sino de escucharlo; no se trata de aceptar el futuro sino, al
menos, de imaginarlo. Asumir la competitividad como un objetivo significaría ver a mi
prójimo como una amenaza y no como una promesa, volverme hostil, enemistarme, pasar
sobre los demás en lugar de ser solidario, comprometido, generoso, es decir…humano. Por
ello y como afirma Albert Einstein:
“La educación del individuo, además de promover sus habilidades
innatas, procuraría desarrollar en él un sentido de responsabilidad hacia su
prójimo, en lugar de la glorificación del poder y del éxito en nuestra sociedad
actual”.(“¿Por qué el Socialismo?” en: CORREO DEL SUR, Semanario Regional,
No. 1122, p.8, Cuernavaca, 10 de abril de 1983).
Necesitamos un proyecto nuevo sí, un otro paradigma por supuesto, novedoso si se
quiere, pero que atienda más al ser humano que al mercado, más a las necesidades sociales
que a la producción globalizada de mercancías. Que no confunda calidad de vida con
cantidad de cosas. Insistimos, todavía existen quienes creen (quienes creemos) que se puede
hacer de este mundo un jardín y de la humanidad…una familia.
Lic. Hugo Carbajal Aguilar
zacatepec, mor.
Marzo del 2009
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