RICARDO ROJO
Lunes, 04/Julio/2016

Quienes dieron la orden de masacrar al pueblo de Nochixtlán, Oax., el 19 de junio de 2016, son criminales que deben ser juzgados por un tribunal imparcial, de talla internacional -pues la gente no confía en las instituciones mexicanas- y la principal acusación es: Crimen de Lesa Humanidad.

Por más mentiras que vomiten los políticos que sojuzgan el país, por más dinero que inviertan en su campaña de medios para confundir a la opinión pública y torcer la realidad de lo ocurrido, por más que persigan responsabilizar de sus fechorías a otros, por más que pretendan minimizar al pago de los daños materiales la magnitud de su crimen, se tiene que imponer la verdad y las autoridades responsables tendrán que pagar con cárcel su decisión de atacar y asesinar a inocentes.

Los doce muertos de quienes se conocen sus nombres, la centena de pobladores heridos, sin atención debido al estado de sitio implementado por la policía federal, las decenas de detenidos, los miles de gaseados, golpeados, torturados y perseguidos por las calles de la población y por los caminos rurales, son testimonios crudos para enarbolarse por los mexicanos dignos y organismos de derechos humanos para exigir justicia y castigo ejemplar a los autores materiales e intelectuales de la masacre.

En medio del horror militar, mientras los francotiradores de civil y uniformados abatían ciudadanos, los policías de tierra arremetían contra profesores y población inermes, los helicópteros lanzaban a diestra y siniestra gran cantidad de bombas, sin importarles la vida de seres humanos indefensos, a 800 metros aproximadamente, en la Colonia 20 de Noviembre, 12 adultos de la tercera edad cuidaban y protegían a 32 niños y a una mujer embarazada.

Los adultos trataban de calmar a los infantes, les hablaban para que conservaran la tranquilidad, protegían con sus cuerpos a los pequeños pues las balas silbaban cerca, pero todo fue imposible cuando uno de los helicópteros se dedicó especialmente a inundar de gases el caserío. Los señores no sabían qué hacer, los niños lloraban, se ahogaban, vomitaban, y sus caritas asustadas clamaban ayuda; entonces dos personas mayores tomaron la decisión de abandonar la colonia con los niños, y entre ráfagas de balas y estallido de bombas, corrieron, se arrastraron, permanecieron en varias ocasiones por minutos en posición pecho tierra, buscaron las veredas más protegidas en el monte y después de una odisea -casi de película- llegaron al pueblo de Sinaxtla, donde les dieron protección, alimentos y refugio.

Una niña de trece años, con síndrome Down, preocupaba más a todos los sobrevivientes del ataque, estaba incontrolable, fueron momentos terribles de desconcierto, pues mientras buscaban la protección de arbustos y árboles en su peligroso peregrinar, un helicóptero los perseguía, casi a ras de suelo. Los niños narran que podían mirar a los tripulantes de la nave y dos policías federales de cada lado del aparato portando sus armas, “no entendíamos por qué nos perseguían”, “por qué nos lanzaban gases”, “por qué querían matarnos”, “pensábamos que eso sólo pasaba en las películas que vemos por la tele”.

El gobierno quiere un pueblo de México domesticado, acostumbrado al maltrato y vejaciones que los gobernantes cometen todos los días, que veamos como cotidiano y natural que nos maten, hieran, golpeen, encarcelen o desaparezcan ¡Esto no puede continuar!

El pasado 1 de julio, Raymundo Riva Palacio preguntó en su artículo de todos los días: “¿Dónde está el gobierno?” y enlista acontecimientos del presente inmediato para justificar la respuesta que, ese mismo día por la tarde, dio en cadena nacional el secretario de gobernación: “El tiempo se ha agotado…el gobierno federal actuará en breve”.

Riva Palacio dice: “Los maestros mantienen 32 bloqueos carreteros en Oaxaca y Chiapas”, “miles de maestros marchan en Monterrey”, “el istmo de Tehuantepec se encuentra estrangulado”, “se acabaron los suministros de combustible en Chiapas por la protesta del magisterio”, “Walmart analiza el cierre de todas sus tiendas en Oaxaca”, “Las pérdidas de los últimos 10 días en ese estado (Oaxaca) ascienden a más de mil 400 millones de pesos”, etc., y cierra diciendo “Este es el México de hoy. Esta fotografía es sólo un día en la vida de un país que se supone está en paz y que no alcanzamos a ver el grado de deterioro social en el que todos nos encontramos”.

A don Raymundo no le alcanza el valor para decir lo que verdaderamente espera. Al preguntarse “¿Dónde está el gobierno?”, él esperaba, al igual que los magnates dueños del país y los poderes fácticos, la respuesta que le otorgó unas horas después el secretario de gobernación.

“El tiempo se ha agotado” de Osorio Chong, significa más Atencos, más Tlatlayas, más Ayotzinapas, más Nochixtlanes, más niños maltratados y perseguidos, más terrorismo y violencia criminal de Estado.

Por respuesta, nuestros pueblos acordaron no dejar solos a los maestros que defienden la educación pública y el presente y el futuro educativo de los niños de México. El Segundo Encuentro de Autoridades Municipales y Agrarias del estado de Oaxaca, reunido en Nochixtlán el 2 de julio de 2016, condenó, entre otros acuerdos, el ultimátum del secretario de gobernación, exige al gobierno la abrogación de la reforma educativa y las otras reformas estructurales que afectan a la nación y el castigo a los responsables materiales e intelectuales de los crímenes de lesa humanidad. Estas son algunas de las miles de muestras de solidaridad que recorren la geografía nacional y mundial.

Las vidas perdidas y las escenas de guerra que vivimos en la masacre de Nochixtlán son suficientes para una solución favorable para el pueblo de México y, a esta hora, tener la renuncia de los más altos funcionarios federales y estatales y a varios de ellos en prisión.

El caso de los niños sobrevivientes de la matanza de Nochixtlán, será el cargo de conciencia sobre los fascistas que dieron la orden de matar, y no conformes con la cuota de vidas cobradas y de sangre derramada, quieren regresar a aniquilarlos ¡Alerta pueblos de México y del mundo!