Hubert Matiúwàa*

 

Una persona de Tlacoapa vino a la plaza del pueblo en un día domingo, trajo en su morral 14 botellas de una agua negra. Ese día no vendió nada, volvió cada semana, hasta que una señora se animó a comprar la bebida. ‘Es muy rico y dulce’, dijo. Al escuchar, varias personas se acercaron al vendedor para ofrecerle maíz, frijol y duraznos a cambio de la bebida. Él dijo: ‘Con esta bebida no se puede intercambiar, tiene que ser con dinero, la casa en donde los compro no acepta otras cosas más que dinero’. Por la curiosidad, varias personas se juntaron de tres o de a cinco para juntar dinero y poder comprar la bebida, costaba cuatro rome que equivale a cuatro centavos.

Cuando lo probaron les gustó y por lo dulce lo llamaron iya maskoria (agua de la misericordia), porque era negro y dulce como debe ser el agua de los cielos. El señor que las vendía dijo: ‘Se llamaba Pepsi Cola’. Les gustó tanto, que eligieron a dos personas de la comunidad para ir a buscar el lugar donde la vendían, se fueron caminando hasta Colotlipa y Tlapa. Así empezaron a comprar esta agua, después, todos los domingos se vendía en la plaza y la gente lo consumía, lo usaban para pedir a las novias, se ofrecía a las visitas importantes, lo tomaban en las reuniones, en las fiestas y cuando iban a trabajar, para todo Pepsi Cola, hasta hubo niños que se les bautizo con ese nombre.”

Es la historia de muchas comunidades que fueron cambiando los valores de uso y valores de cambio ante el nuevo mercado global que se expandía en todos los rincones del mundo, cambió el pensamiento y la forma de vida implícita en la economía de cada pueblo.

Entre 1980 y 1990 empieza a extenderse la globalización en las comunidades de la Montaña de Guerrero. Recuerdan los abuelos que en los años hasta los años 60 las relaciones económicas eran distintas a las actuales.

La globalización es un fenómeno económico, cultural e ideológico que cobra auge en los años 70 en todo el mundo gracias al capitalismo. Se basa en reproducir, vender y comprar. La globalización pretende universalizar parámetros de identidad cultural para que la población, sin importar lengua, tradición, historia y cultura, se convierta en consumidora.

Con la llegada de la Pepsi Cola al mercado comunitario se da el desplazamiento de las relaciones económicas comunitarias y con ellas el saber de la autoproducción. El dinero pasa a ser el único medio para la adquisición de productos, que se vuelven objetos y mercancías. Surgen nuevas necesidades, como incorporarse al trabajo asalariado para la adquisición de los principales bienes. Llega la división del trabajo, concepción que no existía en la comunidad y que trajo consigo el reforzamiento del machismo comunitario.

Xuáá (Plaza), era el lugar de intercambio, (ná náxtíkuro’ò), no necesariamente un espacio fijo. Quien necesitaba hacer trueque, viajaba al pueblo donde elaboraban lo que necesitaba y ofrecía su producto, se intercambian maíz, semilla, frijol, animales, ollas, comales. El valor de cambio se definía en función de la necesidad de cada pueblo. Cuentan que hubo un tiempo en que se intercambiaron reses por tijeras, un marrano por un machete, un hacha por dos chivos, comales por frijol, café por ollas, sombreros por pulque.

Existía el dinero (mbukha), pero no como lo conocemos actualmente. La forma en que se pagaba el trabajo era por “cuartilla”, también conocido como meliu’. Era una caja de medición de tres a cuatro kilos de maíz, frijol o algún otro grano de necesidad básica en la región, tenía el mismo valor que el dinero. El intercambio es entre productos como entes dotados de conciencia e historicidad, y el valor que nosotros como personas les damos.

Lo que el mercado global llama “mercancías”, “cosas”, “objetos”, para nosotros son seres vivos, dotados de conciencia como cualquiera de nosotros, van al mercado y son conscientes del lugar que ocupan en la generación de la vida. Cuentan los abuelos que hubo un tiempo donde los seres que ahora son productos tuvieron palabra, su tiempo hizo posible el nuestro, les debemos la vida, por tanto, hay que tratarlos como iguales, no como mercancías, por eso a los elotes se les ofrenda, al pulque se le hace al ritual antes de venderlo y a la calabaza no se le puede golpear.

En los pueblos mè’phàà “Se recomienda no escarbar para extraer camote durante el día domingo porque se van al mercado, “Si alguien lo quiere hacer, se le recomienda que ponga cerca de la mata una bandeja con agua y una mano de metate adentro, a fin de que los camotes no se vayan a bañar al río.” .

*Fragmento del ensayo del poeta mè’phàà de la Montaña de Guerrero. (En NOSOTRXS LXS INDIXS en las altas montañas de Veracruz para la presentación del libro de Hugo Blanco Galdos, febrero de 2020, pdf.)